La proclamación de la República

Me acuerdo algo, de cuando vino la proclamación de la República, no sé, algo sí me acuerdo.

Aquí vino bien, vamos, vino tranquila, no hubo problemas de ningún género, me refiero a la localidad

del ayuntamiento de Camargo, nada de nada, vino, se cambió el ayuntamiento, se nombró

un ayuntamiento nuevo, y en fin, siguió la cosa pues igual, por un estilo, no hubo problemas aquí

en el valle, que yo recuerde ahora, algo a lo mejor aquí, pero vamos.

Vamos a ver, mi padre fue alcalde de aquí, yo creo que fue del 21 o algo así al 29, 29 o 30.

En lo que es la dictadura de Rivera, entonces él luego fue concejal cuando la república

fue concejal, pues no sé, serían dos o tres años también. Ni el alcalde, yo creo que

el primero de aquí, si no recuerdo mal, fue Silvio Fombellida, este no era de Camargo,

pero era un buen hombre. Silvio Fombellida que estuvo también, era también alcalde

cuando la guerra civil estalló. Yo creo que también era él, Silvio Fombellida.

No, en aquel entonces casi, casi los llamaban por nombres, bueno, pues eran los socialistas

y luego los conservadores, pudiéramos decir, eran dos partidos, prácticamente dos partidos,

o republicanos y monárquicos.

1931
Los sindicatos

Entonces aquí la CNT, que ya te digo éramos una mayoría aplastante,

teníamos un local pequeño en Alcázar de Toledo.

La CNT, era mayoría, éramos más sanos,

no como personas, sino como ideológicamente.

Entonces, con la República estábamos ahí, en Alcázar de Toledo,

y eso lo conocí yo desde chaval, desde los 14 años,

o sea que eso lo conocí yo siempre.

Yo entré a los 14 años, 13 años y pico tenía o algo así.

Yo tenía mi difunto padre, pero nunca se inmiscuyó en nuestras ideologías.

En mi familia hemos sido libres de siempre.

Me apunté pues en una asamblea de la construcción con mi difunto padre,

que no me dejaba mi difunto padre, mi difunto padre era anarquista, pero anarquista.

Y no me dejaba porque me decía que tenía tiempo para pensarlo mejor.

Ya insistí, me apunté a la Junta de Libertarias,

me puse, ya digo, en los grupos más que nada de propaganda, no de acción,

y desde entonces ya estuve en la Junta de Libertarias, la CNT.

Lo que pasa es que, mira, entre UGT y CNT había, pues más que nada,

un acuerdo sindical en el cual se dividían los oficios.

Unos oficios para aquí y otros oficios para allá.

Lo que pasa que los que no querían pasar para UGT o UGT para CNT,

se abría otro sindicato que se llamaba Oficios Varios.

Igual había zapateros, que carpinteros, que taxistas, que había de todo.

Y eso era Oficios Varios.

Hay que darse cuenta que en ambas partes hubo algunos infiltrados.

A uno le mataron unos infiltrados a CNT.

Pues ese era el confidente de lo que pasaba en los grupos de las Juventudes Libertarias

o de la Federación Anarquista Ibérica,

porque esto era una especie como de escuela de preparación

de Juventudes Libertarias a la Federación Anarquista.

Entonces, éste llegó a chivarse varias cosas y le mataron.

Fue antes de la guerra, claro.

Vino la guerra, mi hermano estaba preso por ello.

Bueno, mi hermano y varios.

Estaban los sindicatos amarillos, esos estaban, me tocó alguna.

Esos campaban con República y sin República con su armamento.

Si siempre que había un tiroteo era por parte de ellos...

1932
Las huelgas

Luego, bueno, llega una huelga por un real que pedíamos.

La empresa, que era una compañía inglesa, pues nada, se negó.

Ella pagaba lo que era de ley entonces, por un real que no lo vimos.

Estuvimos casi tres años en huelga,

hasta que tuvimos que entrar por el mismo sueldo que teníamos.

Cuando nosotros estuvimos en huelga, sí,

fuimos en manifestación arrancando al gobierno,

pero no, pacífico, no intervino nadie.

Cuando ya se conoce que la directiva, o sea que, habría intervenido

y se avino con la empresa a entrar a trabajar,

pero sin subida ni nada.

A entrar a trabajar como habíamos salido.

Repercutió mucho porque daba muchos sueldos.

Éramos 400 obreros ya, todos de pico y pala,

o sea, no había máquina para traer la tierra, ¿no?

Y claro, venían, del valle...

sí, había gente, pero más venían de fuera,

de Puente Arce, Oruña, Boo de Piélagos, en fin, Igollo y todo eso.

del valle, o sea, del valle de Camargo, la gente trabajaba más en las fábricas.

Por aquí, en la mina, trabajaba muy poca gente.

de Camargo.

Bueno, la mina era inglesa.

A los 12 años hubo una huelga en la mina de Camargo.

Esta huelga los obreros se levantaron

porque querían una subida de un real y no se la dieron.

Estuvieron tres años de huelga.

Hubo aquí, pues eso, aquello fue criminal.

La gente pues a pedir un...

Y claro, luego querían volver y ya no los dejaban.

Estas mulas que había aquí, que se hizo, querían venderlas,

pero de momento no las podían vender

porque resulta que si tomarían un acuerdo

iban a empezar otra vez a trabajar con ellas.

Pero no tenían acuerdo, había unas reuniones...

Entonces se bajaba aquí al sindicato,

que estaba donde el centro, que es aquí entre Escobedo y Camargo,

pues ahí se bajaba y que nada, no había acuerdo de nada,

y nada, para atrás.

Y entonces, estas mulas las echaron a pacer al monte.

Y claro, ya no había otra cosa que comer.

Tenían que comer helechos y todo.

Se llevaban los helechos para la noche y se les echaban a las mulas.

Yo como más pequeño, pues me mandaban echarlas de comer.

Porque mi padre estaba allí de jefe del ganado ese,

pues echaba yo de comer.

Yo tenía 12 años.

Ellos bajaban los helechos a rastras, ¿no?

Y los metían adentro y eso se echaba de comer a las mulas,

para comer los helechos las mulas, que eso no lo comía nadie.

Y a mí me dejaban entrar porque era menor de edad.

Y claro, las mulas no se las podía dejar sin comer.

Pero a los demás no les dejaban a ninguno entrar,

ni a mi padre, ni a nada, a ninguno.

Ni tampoco a los ingleses.

Tienes a una persona que sea menor de edad.

Mayor de edad no puede entrar nadie.

Y entraba yo.

Y cuando aquello, pues ya tuvieron un arreglo

y ya, pues el inglés que había aquí,

que era el que mandaba, el director gerente,

al llegar a Madrid murió.

Le entró una pulmonía y se murió el inglés.

Bueno, pues después quedó otro señor,

que le llamaban Donaldo.

Ese fue el que quedó,

pero ya lo pusieron, esto de la mina,

lo pusieron como, ¿cómo decir?

Para poca duración, ¿no?

Porque la cosa iba mal.

No sé qué pasó ahí, que la cosa iba mal y ya.

Este señor, no sé si hizo una estafa o algo,

y vendieron la mina.

Y entonces fue cuando se la vendieron a Nueva Montaña, quizás.

Que la ha llevado hasta hace cuestión de unos 20 años.

1934
La represión republicana

Cuando la República, ya sabes que teníamos aquí cerca Peñas Negras

¿Qué pasó en Peñas Negras?

Bueno, pues que lo llamaban el paseo. Entonces habían de la FAI

Yo después de más mayor me enteré que habían hecho esas cosas,

de que los curas y todo eso, pues eran muy perseguidos, claro.

Yo te estoy hablando con los rojos, yo estuve con los rojos

Bueno, pues esos los mataron a Peñas Negras

Pero yo vi un caso antes de ir a la guerra. En Maliaño,

pues ahí mataron a un chico que vivía abajo.

Y hablaba con una chica que vivía aquí

y se iban a casar a Bilbao porque estaban en guerra.

Se enteraron y le dieron el paseo ahí abajo

Y le pegaron cinco tiros

.Y estaba yo en casa de mi suegra

y llegó una chica y llamó pum pum.

¿De quién es ese carro?

Bueno, es de mi padre, pero para el caso ese es mío

Pero tengo que subirla allá arriba.

Ay, pues ¿tiene usted la bondad de subirme una caja al cementerio?

Digo, no, no me atrevo porque...

Porque entonces tenías que andar con cuidado con lo que hablabas, ¿eh?

Pero la chica era de Santander

Y era maestra, ¿verdad?

Y habían matado al hermano

1936
La caída de Santander

Cuando entraron los nacionales, que ellos llamaban, los buenos ¡qué horroroso fue allí, Dios mío!

Había un chico ahí cerca de nuestra casa, a ese le cogieron, le llevaron,

cuando lo juzgaron estaba yo presente.

Porque, como era del pueblo, y nos dijeron que lo iban a juzgar,

pues fue mucha gente del pueblo a ver el juicio.

Y cuando le preguntaron ¿usted qué es, de izquierda o de derecha?

El chico dijo, dice, yo soy de izquierdas,

pero por eso no hago daño a nadie.

Yo respeto las ideas de todo el mundo.

Y claro, pues para hacer el juicio, pedían informes del pueblo.

Y estaba el informe de don Isaías, el cura.

O sea, y leyeron el informe.

Y entonces lo leyeron y dice, el sacerdote don Isaías Navarro,

sacerdote de Revilla de Camargo,

en el informe que manda, dice que para él fue buena persona.

Que le libró de la muerte cuando los de la FAI iban a buscarle,

era uno de los del comité.

Dice, desde luego, no tiene sus hijos bautizados.

Pero por eso yo no le culpo de nada.

Es su ideal ese.

Igual, más adelante, lo hace o ellos mismos algún día,

si se quieren casar, con los dos hijos,

también se pueden bautizar.

¿Y qué le pasó?

Le echaron pena de muerte y enseguida le fusilaron.

A él y a otros cuatro más de Revilla.

Aquello fue un estrago.

1937
La represión franquista

Fíjate tú, con 25 años ¿vosotros creéis que yo podía guardar la pistola y el fusil del marido que estuvo de Guardia de Asalto y lo entregaron?

Pero ese tío, el que a mí me llevó, pues me denunció que yo tenía...

fíjate que lo había dicho yo, con 25, 26 años que tenía, que lo había dicho yo.

Que tenía la pistola y el fusil escondido en casa y ahí fue donde ya no me escapé

Y claro, fíjate, pues de la bodega esa, me llevaron a ella. Y otro día,

pues nada, ¿qué vas a declarar?, te llaman, eso...

Mira, que yo en mi vida lo había visto, con unas barbas así y me dijeron

"Fórmese usted" y yo no sabía cómo había que formarse

Me dijeron, bueno, pues si usted no dice lo que es

Dice, a su marido estaba en Burgos, ya con los nacionales,

dice, ya vendrá su marido, mañana mismo,

dice, habrá que fusilarle si usted no dice la verdad.

O sea, que te acuchillaban

Y nada, no pasó más, porque ya mis hermanos, pues empezaron para allá y para acá

con dos policías, él también vestido de eso.

Y declararon las que estaban allí, que habían entregado las armas

al otro día entraron los nacionales

Ya, entre el día 19 de enero y el día 9 de enero, a la calle.

Fíjate cómo sería, que estoy temblando, de verdad

Había, claro, como había tantísima gente no sabías el por qué.

Ahí entraban los policías a las 2 de la mañana y sacaban las mujeres a fusilarlas.

Y tal como hoy, una chavala que tendría 21 años, que estaba casada,

la llevaron a Valdecilla para dar a luz.

Dos mellizos.

A los dos días, la trajeron con los dos mellizos

Allí, al cuarto.

Todas esas que ya estaban destinadas a fusilarlas,

nada más abrías la puerta, ibas así y estaban en un cuarto, metidas.

Bueno, pues hijo mío, ahí que la sacan a esa, a la de los dos mellizos.

Y se agarraba, claro, por los tabiques, por las puertas.

Porque los piquetes la sacaban a empujones.

Empezó a sacar, todas mirando,

las alhajas, esto para esto, el otro para el otro

¡Viva la FAI!

Pero con una potencia y una cosa, algo fuera de serie.

Y aquella noche, todos los chiquillos después que sacaron a la madre,

toda la noche se llevaron llorando.

Toda la santa noche

1938
La represión de las mujeres

Cuando entraron los nacionales aquello fue un estrago, aquello fue, ya lo que no va más allá.

¿Y a las mujeres, o sea, que las cortaban el pelo?

Las cortaban en pelo al rape.

Y a algunas les dejaban todo cortado, les dejaban aquí, como un quiqui,

le llamaban ellos, el plumero de Azaña.

Después de cortarle el pelo, las dejaban salir.

Y las dejaban salir, ¿eh?

Y a una chica de allí, que no tenía madre, la pobre,

pero claro, la cortaban, y como las tijeras, con las que cortaban el pelo,

aquí en Falange, no cortaban bien, ¿sabes?,

la agarraban así de los pelos, y ella se cayó al suelo la pobre y la levantaban,

la levantaban con las tijeras, cogiéndola del pelo y la levantaban para arriba.

¡Horroroso!

Entonces, como no acababa de llegar a casa, el padre, que ya no tenía madre la pobre,

y el padre, pues fue a Falange a ver qué pasaba de su hija,

que la habían mandado.

Y como era un señor, era antipolítico él, el padre de esa chica.

Entonces el padre, fue a ver qué pasaba.

A ver, que ustedes han mandado venir a mi hija y no acaba de llegar.

Pues, ¿Qué pasa? ¿Dónde está?

Cuando la ve a la pobre salir toda pelada entera.

. Y sangrando por todos los sitios, de los tijeretazos de la [tijera] que no cortaba.

Y le dijo el hijo de puta.

fue a [inaudible] y se apartó tarde

Entonces el padre se dirige a ellos y les dice,

¿por qué sois tan pocos hombres?

Os habéis ensañado con esta pobre

que no se ha metido nunca en nada.

Pero es que así.

¿Así queréis ir vosotros tan lejos?

¿Así queréis ir muy lejos?

Y el pobre padre lloraba, no podía ni hablar.

Ni hablar.

Y todas esas cosas y muchas más pasaron en Revilla de Camargo.

1939
Las prisiones franquistas

A mí no me juzgaron hasta el día 5 de diciembre.

Después de juzgarnos, inmediatamente con pena de muerte, ya nos trasladaban a Larrinaga a Bilbao.

Cuando estábamos nosotros en el Dueso, la opinión general de todos fue que cada uno

debía de declarar lo que había sido, para no complicarle a otro a lo mejor el salir del juicio.

Y sacar una condena de pena de muerte, hasta cierto punto, era un orgullo.

Porque claro, el que salía de un juicio de aquellos con 6 años de condena o 12, ya sabías.

O había tenido un cura en casa escondido, o algún político de derechas, algo tenía que le había respaldado.

Así que el salir con pena de muerte era casi un galardón.

En la primera semana sacaron a 165.

¿Los mataron?

Sí, sí.

En Larrinaga son tres naves, y esas naves convergen en un centro, que la primera planta era el jefe de servicios.

La segunda planta era una capilla.

La tercera planta ya era el paso, el paso de las naves por arriba más a otras.

Y en esa capilla iban los vascos que eran muy católicos, para poder estar en ella,

porque cuando ingresaron los alcaldes aquello era..., allí no había quien parara.

El penal de Burgos estaba compuesto por toda la carroña de la Ley de Vagos de Azaña,

que eran carteristas, maricones, todo lo de Valladolid y toda esa gente.

Todo estaba metido allí.

Entonces, los vascos se captaron a las monjas y transformaron la prisión.

Ellos, veías a lo mejor que aquella capilla era el manómetro que teníamos nosotros,

para saber cuándo había sacas y cuándo no.

Porque las sacas se hacían a las 10 de la noche, después de dar la cena, ¿no?

Al poco rato, veías y oías las llaves de las celdas abriéndolas y venga... sacabas.

Ibas a dar la cena, te asomabas así para coger la cena y mirabas,

y si veías el Cristo allí, ya sabías, es que no pasaba nada.

Pero si el Cristo no estaba allí, estaba en la capilla, que era donde los llevaban después,

y entonces ya sabías que había saca.

A las 10 de la noche empezaban los cerrojos.

Y claro, tardaban media hora, una hora, lo que tardaran, pero ya después que acababan,

ya todo el mundo se incorporaba.

Unos a comer un poco de chocolate, otros a echar un cigarro,

otros... porque sabías que tenías un día más de vida, ¿no?

Nosotros además estábamos en una sala que éramos 60 y no nos libramos.

Todas las noches que había sacas, siempre salía alguno de allí y la situación era la siguiente.

Estábamos todos tirados en el suelo porque allí no había colchones ni nada.

Era una manta en el suelo y con otra te tapabas,

te ponías vestido y con la otra te tapabas.

Era una prisión vieja, con muchas ratas y no te digo pulgas.

Entonces, un capitán de Bilbao, que se casó antes de fusilarle,

pidió permiso para... Bueno, ellos ya sabían que le iban a fusilar ese día.

Porque los vascos, desde un primer momento,

por mediación de una asociación que tenían que llamaban las Emakumas,

una asociación de mujeres de Bilbao.

Y sabían cuándo le iban a fusilar, a quién... todo lo sabían.

Y este hombre, pues, estaba soltero, claro.

Y parece ser que la novia quería casarse antes de que le fusilaran

y esa misma noche, cuando vinieron a buscarle,

pues eso, estaba el tío trajeado, con su corbata,

fue a la ceremonia, le casaron y a continuación a Ciriego y le fusilaron, claro.

Hubo casos muy pintorescos.

Así que, al principio, las ejecuciones eran, ya sabes:

el que tenía una acusación de iglesia.

Los que pasamos al enemigo, no, los que habían sido oficiales, tampoco.

Pero ya a los dos meses, porque iban fusilando por juicios,

cuando llegaron al mes de diciembre, ya habían empezado a intervenir las potencias extranjeras, ¿no?

Ya se había aflojado.

Para que irías al paredón, ya tenías que tener alguna acusación de sangre.

Fuera o no fuera, pero, por lo menos, si la tenías,

ya estabas en una situación muy mala.

Cuando llegaron a mis juicios, como yo no tenía ninguna cosa del tipo,

pues fue pasando y aquí estoy.

Pero cuando a nosotros, estando en el penal de Burgos,

al notificarnos, nos prepararon

antes de decirnos nada, porque ellos no nos dijeron nada,

nos fueron por las celdas avisando.

Fulano de tal, fulano de tal, fulano de tal...

Total, salimos no sé si éramos 140 lo menos.

Todavía quedábamos allí con pena de muerte bastantes.

Ese indulto fue de unos 140 aproximadamente.

Y nos separaron, nos pusieron en unas celdas aparte abajo,

nos mandaron, pues entonces estábamos sin afeitar,

y ya nos mandaron a cortarnos el pelo a todos.

Y claro, empezamos a hacer cábalas.

Yo me acuerdo que estuve hablando con el presidente del Partido Nacionalista Vasco,

este... Juan Ajuriaguerra Ochandiano,

que estaba allí con nosotros.

Bueno, ¿y usted qué cree que será esto?

Nada, seguro que vais a bajar.

Estos os quieren presentar en la frontera,

para que vean que aquí se trata bien a la gente.

Aquella noche nos dormimos.

Con que ya a las 8 de la mañana, a las 9 o a las 10,

que no pasaba nada allí,

hasta que ya vienen y empiezan a abrir cerrojos,

y venga, a formar.

Nos cogen y nos llevan allí.

Lo que era comedor en tiempo normal del penal,

que no era nada de grande,

habían puesto el altar allí,

nos meten allí en aquellos bancos,

y nos dan a hacer la misa,

y nos traen el decreto.

Y claro, nos quedamos desilusionados totalmente,

porque de esperar y de estar en la frontera,

a decirte que es que te quitaban la pena de muerte,

pues... Les extrañó tanto a ellos mismos,

que al día siguiente todavía,

el director de la prisión,

el Pérez Burga de Sielles,

por todas las esas preguntando,

"pero bueno, ustedes no han reaccionado".

Y claro, le contestábamos,

en donde estaba había un vasco,

y "mire padre,

es que estamos muy sensibles ya de todas estas cosas,

y bueno, no cabe otra sensación",

No, no, pero es que de ustedes, esperábamos nosotros...

Venga a indagar,

pero claro, no dijeron nada.

Sí, a ellos mismos les extrañó

la actitud nuestra en aquel momento.

Porque ya le digo, creían que nos íbamos a poner a llorar, a gritar, qué sé yo.

1940