El ocaso
Tras las vicisitudes del primer tercio de siglo, la fábrica de Soldevilla encaró el periodo de la autarquía económica con las limitaciones de importaciones que hicieron que utilizara de forma mixta esparto y yute pero con un mercado interno asegurado al estar repartido entre unas pocas empresas.
La crisis definitiva de la fábrica de Soldevilla comenzó en los años 60, con la apertura a los mercados internacionales y la llegada de nuevos competidores. La industria saquera de los países productores de yute (Pakistán, India y, sobre todo, Bangladesh) inundó el mercado internacional de estos productos, lo que ahogó cualquier posibilidad de exportación desde la fábrica del Besaya. Esto dejaba la viabilidad de la empresa al albur de la demanda interna, pero ésta también empezó a derrumbarse durante esos años por la aparición de otros materiales que sustituyeron a los sacos de yute. No solo la aparición del propileno como materia prima sustitutiva, sino también por el uso de otros materiales para el embalaje, como el papel para el hormigón o el transporte de mercancías a granel.
En el informe final del cierre de la fábrica, los propietarios afirman que el catálogo de posibles clientes había pasado de varios miles de empresas a principios de los años 60 a unas pocas decenas al comenzar los 70. Acababa así una trayectoria de casi 80 años y uno de los últimos restos de la industria textil en Cantabria.